25.10.14

Vamos a votar

Que todos los defectos, vacíos e imperfecciones;
que todas nuestras decepciones y frustraciones, nuestros desencantos;
que todas las injusticias, los abusos y desvergüenzas;
que todos los engaños: el doble discurso, la demagogia y la hipocresía; 
que todas las verdades a medias y las mentiras a secas;
que todas las agachadas y la vanidad disfrazada de falsa modestia;
que todas las limosnas, la pobreza y la miseria;
que toda la ignorancia, la estupidez y la soberbia;
que todas las estafas, los acomodos, la corrupción y el clientelismo;
que todo lo que tenemos en el debe no nos haga perder de vista que nuestra democracia chata es un privilegio;
que nos fue mucho peor cuando no la tuvimos;
muchísimo peor;
que costó dolor,
sangre,
muerte,
heridas que todavía duelen.
Que nunca nos vuelva a faltar.
Que nunca volvamos a dejarnos ganar por los que creen que no sirve para nada.
Que nunca más oigamos los cantos de sirena de los visionarios, los maniqueos, los totalitarios.
Vamos a votar.
Parece poca cosa, pero es mucho, mucho, mucho.

Golpe de estado, dictadura



17.10.14

Dejen vivir

No veo hordas de colorados persiguiendo a Glenda Rondán o a Alberto Scavarelli por haber abandonado su partido y adherido al Frente Amplio, y por haberlo hecho público y haber participado de actos de propaganda de su nuevo partido.
Y supongo que a todos los que leen les parece bien que así sea, que nadie castigue a Rondán o a Scavarelli por ejercer su legítimo derecho de elegir lo que creen mejor para el país y de hacer lo que se les canta la gana.
Scavarelli al Frente Amplio
Sendic, Vázquez, Scavarelli
Entonces, ¿por qué no dejan que Hoenir Sarthou también elija libremente lo que desea votar? ¿Por qué no aceptan que comunique sus decisiones a quién quiera y del modo que más le guste, lo mismo que los buenos de Glenda y Alberto?
Obviamente, las decisiones políticas de una persona pública como Sarthou pueden ser discutidas. Pero lo que no se puede aceptar es la descalificación moral, el agravio personal, las amenazas y la presión para que se calle.
Ya bastante malo es andar por la vida considerando tener el monopolio de la verdad y la ética, creyendo que el cien por ciento de la verdad se acumula en una sola opción (la propia), como para además erigirse en censor de lo que deciden todos los demás.
Lo que algunos están haciendo con Hoenir Sarthou me recuerda lo muy triste que algunos hicieron, años atrás, con Hugo Batalla.
El fanatismo talibán no sirve para la democracia.
Acepten que la verdad no es una sola, que está repartida.
Crezcan.
Y si no pueden, por lo menos dejen que la gente sea libre.

10.10.14

Un país que no debate

Algún día Uruguay alcanzará la madurez política para tener un verdadero debate presidencial, con todos los candidatos. Hoy no la tiene.
El "ateneo" organizado ayer por los canales privados de televisión estuvo lejos de ser un debate. El formato elegido aportó poco: no hubo preguntas y cada candidato pudo decir cualquier cosa, incluso la más disparatada, sin que nadie tuviera la oportunidad de rebatirla, discutirla, matizarla o apoyarla. Eso, que es la gracia de la democracia, estuvo ausente.
Para peor, faltó el expresidente Tabaré Vázquez, el candidato que marcha primero en las encuestas.
Las razones por las que Vázquez se ausentó son difíciles de entender. Había dicho antes que no participaría de debates, pero sí de exposiciones del tipo del ateneo de ayer. Andebu -con su facilidad histórica para acomodarse- cambió el formato por el meramente expositivo. Pero Vázquez igual no fue, a pesar de que el programa no presentaba ningún riesgo.
La única jugada política del monocorde ateneo fue el desafío de Pedro Bordaberry a Luis Lacalle Pou para debatir en serio entre ellos. Ante cámaras, lo retó a discutir ellos dos solos, porque una polémica entre todos los candidatos sería imposible. "Tantos no podríamos hacerlo, no daría el tiempo", dijo Bordaberry.
Es muy curioso, pero yo vi la semana pasada el debate presidencial de Brasil, en la TV Globo. Participaron los SIETE candidatos presidenciales. Y sí dio el tiempo. Los candidatos discutieron, polemizaron, se hicieron preguntas unos a otros: se recordaron aciertos, errores, promesas electorales incumplidas, casos de corrupción, políticos procesados y presos.
El de Brasil fue un debate en serio. Los candidatos se dijeron cosas duras, pero ninguno se negó a responder o le pidió un aparte a otro para que moderara sus dichos. Nadie se escudó en su posición en las encuestas.
Acá es muy distinto.
Debate 1980 - Si -No
Viana Reyes, Bolentini, Tarigo y Pons Echeverry 
Vázquez no quiere debatir con Lacalle porque le va ganando.
Lacalle no quiere hacerlo con Bordaberry porque le va ganando.
Bordaberry quiere debatir con Lacalle, pero no con los que vienen abajo, a los que les va ganando.
Ningún debate se concreta porque negarse sale gratis. La ley no obliga a aceptar el desafío y el electorado tampoco. Los uruguayos del partido que sean no castigan al candidato que rehuye la confrontación de ideas. ¿Qué sentido tiene debatir entonces?
Los debates se hacen en todas las democracias maduras. En Uruguay los hubo y varios de ellos fueron memorables, incluso en la dictadura: el coronel Bolentini y el consejero de estado Viana Reyes debatieron frente a las cámaras de televisión con dos políticos -Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry- que sostenían la heroica posición del No en el plebiscito de 1980. En Brasil, en estas elecciones, hubo CINCO debates presidenciales, sin contar los que se hicieron para las elecciones a gobernador. Acá no se pudo organizar uno.
Eso sí: mucha propaganda electoral.
Esa no se le escapa a Andebu.


El último de los debates presidenciales en Brasil.



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